El R. P. Jehan y el Hermano Toussaint, muy agradecidos a la Santísima Virgen María por las evidentes muestras de particular protección suya que recibieron estos dos últimos años, están hoy en Lourdes, no solo para recorrer su camino de jubileo y así lograr indulgencia plenaria, sino también para renovar su consagración marial y confiar al corazón inmaculado de María la obra monástica empezada en Villatalla
Su deseo es seguir el ejemplo de los Franciscanos de la Inmaculada (fundado el 2 de agosto de 1970 por dos Conventuales, los Padres Stefano Maria Manelli y Gabriele Pelettieri) cuyo carisma consiste en dar como fundamento a los tres votos de religión tradicionales un primer voto de consagración ilimitado a la Inmaculada según el espíritu de san Maximiliano Kolbe.
Su cabildo general, reunido hace poco en Pentecostés, decidió volver al rito tradicional de la misa, que todos los sacerdotes (unos 100 aproximadamente) deberán aprender lo antés posible.
Esta decisión – de la mayor importancia para su familia religiosa y para la Iglesia – y por otra parte el ambiente de profunda humildad que irradian solo puede explicarse por una gracia propiamente marial. Padre Jehan, que estuvo más de seis meses en Roma en uno de sus conventos, vio en este milagro espiritual obtenido por la mediación de María un signo de la Providencia enseñándole el camino que tenía que seguir.
El 10 de marzo 2008, después del oficio de Sexta, el Padre Manelli le entregó la medalla milagrosa que lleva, como sus hermanos franciscanos, de forma visible sobre su corazón. “Padre Jehan nos inició en la misa tridentina, dijó el fundador ; nosotros le entregamos la medalla milagrosa”. Y Père Jehan concluyó: “Sin duda alguna, es María la que suscitó la familia de los Franciscanos de la nueva familia de benedictinos ; serán los Benedictinos de la Inmaculada”. La respuesta fue una salva de aplausos.
En adelante, unos Franciscanos y unos Benedictinos estarán unidos en una gran familia bajo el mantó de la Inmaculada, en la humilde fidelidad a sus herencias monásticas respectivas y en la tradición litúrgica de la Santa Iglesia, especialmente en el rito antiguo de la misa donde “innumerables santos alimentaron en abundancia su piedad hacia Dios”.
Su deseo es seguir el ejemplo de los Franciscanos de la Inmaculada (fundado el 2 de agosto de 1970 por dos Conventuales, los Padres Stefano Maria Manelli y Gabriele Pelettieri) cuyo carisma consiste en dar como fundamento a los tres votos de religión tradicionales un primer voto de consagración ilimitado a la Inmaculada según el espíritu de san Maximiliano Kolbe.
Su cabildo general, reunido hace poco en Pentecostés, decidió volver al rito tradicional de la misa, que todos los sacerdotes (unos 100 aproximadamente) deberán aprender lo antés posible.
Esta decisión – de la mayor importancia para su familia religiosa y para la Iglesia – y por otra parte el ambiente de profunda humildad que irradian solo puede explicarse por una gracia propiamente marial. Padre Jehan, que estuvo más de seis meses en Roma en uno de sus conventos, vio en este milagro espiritual obtenido por la mediación de María un signo de la Providencia enseñándole el camino que tenía que seguir.
El 10 de marzo 2008, después del oficio de Sexta, el Padre Manelli le entregó la medalla milagrosa que lleva, como sus hermanos franciscanos, de forma visible sobre su corazón. “Padre Jehan nos inició en la misa tridentina, dijó el fundador ; nosotros le entregamos la medalla milagrosa”. Y Père Jehan concluyó: “Sin duda alguna, es María la que suscitó la familia de los Franciscanos de la nueva familia de benedictinos ; serán los Benedictinos de la Inmaculada”. La respuesta fue una salva de aplausos.
En adelante, unos Franciscanos y unos Benedictinos estarán unidos en una gran familia bajo el mantó de la Inmaculada, en la humilde fidelidad a sus herencias monásticas respectivas y en la tradición litúrgica de la Santa Iglesia, especialmente en el rito antiguo de la misa donde “innumerables santos alimentaron en abundancia su piedad hacia Dios”.