Como cada año vamos a Paris para participar a la peregrinación Nuestra
Señora de la Cristiandad, donde más de 6.000 jóvenes recorren
andando 100 km hasta Nuestra Señora de Chartres. Estamos con ellos para
confesar, rezar, cantar, hacer penitencia y gozar de las alegrías del alma
purificada. La salida fue un momento de intensa emoción : por primera vez en
los 30 años de existencia de la peregrinación la santa misa de siempre fue
celebrada con gran solemnidad en la catedral de Paris, en presencia de una
gran muchedumbre cuyas voces unánimes hicieron vibrar las bóvedas con una
liturgia por fin plenamente católica.
Lo hemos aprovechado para hacer otra peregrinación a los lugares sagrados de
nuestra familia monástica : la abadía de la Pierre-qui-Vire donde vivió y
murió en olor de santidad su fundador el Padre Muard ; la abadía de
Saint-Benoît-sur-Loire donde pudimos celebrar la santa Misa en el altar que
encierra reliquias de nuestra Beato Padre, y por fin en la abadía de
En-Calcat fundada por Dom Romain Banquet.
La Pierre-qui-Vire : la Comunidad delante de la Virgen con el Niño, del grán escultor Henri Charlier
En nuestro camino estaba también Lourdes. ¡Cual fue la emoción de nuestros
tres postulantes al descubrir por primera vez la Gruta sagrada donde le
apareció la Inmaculada Concepción a Santa Bernarda!, y donde acuden del
mundo entero humildes peregrinos, cargados con sus miserias, para encontrar
la salvación del alma y, a veces, la salud del cuerpo. Ya que tenemos la
gracia de llamarnos Benedictinos de la Inmaculada Concepción nosotros
también hemos rezado largo tiempo de rodillas a los pies de María y le hemos
repetido nuestra total consagración. Purificada nuestra alma por una
inmersión en la oración del Santo Rosario, hemos purificado también nuestros
cuerpos sumergiéndoles en las piscinas donde corre el agua milagrosa. Santa
María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Delante de la Gruta de Lourdes